El calendario de Adviento tiene sus orígenes en Europa y se inventó para hacer la espera hasta el día de navidad más llevadera, sobretodo para los más pequeños.
En los años 20, se imprimió el primer calendario en el que incluían bombones dando lugar a que la gente esperaba con ansias el día siguiente para abrir la ventana del día que tocaba y comerse el bombón.
Esa tradición se ha ido extendiendo hasta que grandes marcas como Sephora o the Body Shop lo han incluido en sus productos de venta, en que diseñan calendarios de adviento con productos sorpresas. Eso sí, valen una pasta jijiji.